25/05/2020
Estos días se confunde el concepto de confinamiento con el de cuarentena. Nosotras, amigas, compañeras y corredoras no profesionales, aunque maratonianas, hemos conectado los dos conceptos con los 42,195km de una maratón. Ahí va esta reflexión para runners, que somos algunos, y “coronarunners” que hoy por hoy somos todos.
La persona que es capaz de correr una maratón, con frecuencia, escucha: ¿¿cuarenta y dos kilómetros?? ¡Yo soy incapaz! Todos pensamos que no podemos hacerlo, hasta que un día sucede, lo has hecho. Si hace tres meses nos hubieran dicho que íbamos a estar como estamos hoy, confinados en casa tanto tiempo, todos habríamos respondido “imposible, qué dices, yo no soy capaz”.
El confinamiento decretado por las autoridades está suponiendo una suerte de maratón mental, emocional, física, espiritual, económica y hasta cuántica en muchos hogares y para muchas personas. La gran diferencia es lo entrenado que uno pueda estar en todos esos aspectos. Nadie nos ha preparado para esto que estamos viviendo. Va a ser o ya está siendo como correr una maratón a pelo, sin entrenar. Hace unos días sonó el bocinazo de salida y ni siquiera llevábamos las zapatillas de correr puestas.
Lo impregna todo. Las empresas más presencialistas y más reacias a lo digital, están echando a andar por el mundo del teletrabajo, y resulta que la gente produce y todo. Como si de pronto todos estuviéramos haciendo sentadillas y abdominales, para empezar, y un poquito de bici estática, pero poco.
Ponerse un dorsal para correr la distancia de Filípides exige una intención y dedicación exigente. La preparación para una maratón es dura, muchas veces implica un mínimo de cuatro meses de entrenos con una carga semanal de varias sesiones de actividad física y de unos 50 a 60km semanales dependiendo las expectativas y forma física previa de la persona. Implica madrugones, renuncias, frío, calor, limitar la vida social un poquito, cuidar el cuerpo, la alimentación y el sueño, y muchas otras cosas. En este momento, vemos que no todas las organizaciones contaban con los sistemas telemáticos necesarios, y, lo más importante, no todas confiaban en la responsabilidad de sus empleados para seguir haciendo su trabajo con dedicación y calidad. Dicho de otra forma, hay organizaciones ágiles y con unas condiciones de partida razonablemente buenas, y otras con sobrepeso, hipertensión y rigidez muscular…Nadie, ni personas ni organizaciones, hemos podido llevar a cabo ningún tipo de preparación para entrenar la maratón de este confinamiento que se nos viene encima, sobre todo después de que se alargue el plazo establecido por el Gobierno para quedarse en casa. Esta prórroga ha sido como si a uno le añaden 21 km cuando está llegando a la meta de la media maratón: no, mira, que van a ser 21 km más…Así nos hemos sentido…
Tanto si eres finisher de esta distancia como si no, sabes que entre la salida y los primeros 10km el mejor plan es el de regular esfuerzos, marcar un ritmo, evitar entregarse al límite. ¡Tan solo estás empezando! Durante la primera semana de confinamiento, muchos “coronarunners” se han desfondado, no regulando su energía, invirtiendo todas sus fuerzas en rellenar espacios vacíos, enviando jocosos vídeos y dejándose llevar por un desparrame de adrenalina puesta a un servicio excesivamente cortoplacista. Hay quien ha arreglado todos los armarios de la casa, se lo ha leído todo, ha contestado los mil emails pendientes y ha retomado todos los juegos de mesa disponibles. Aun así, han surgido maneras de regular la velocidad y el ritmo, iniciativas creativas y solidarias de automotivación y motivación a otros, rutinas, ofrecimientos en abierto de contenidos, e incluso nuevos hábitos. Hemos descubierto cosas, como uno descubre cuando está empezando a correr, el disfrute, la emoción, las sensaciones del cuerpo y la mente, la calidez de los voluntarios que organizan y apoyan en la maratón, los aplausos de los ciudadanos, y la sonrisa de los niños que te aplauden y te chocan los cinco.
En esta semana nos encontramos en el tramo que va del km 10 a la media maratón, punto de inflexión que hace de test y te empieza a informar sobre tus propias posibilidades razonables de llegar o no a la meta, y en qué condiciones… Aunque es un tramo muy incierto, surgen las primeras sensaciones de agotamiento y alguna que otra molestia. Si sigues poniendo demasiada energía y adelantando corredores, te pasará factura. De pronto valoras los avituallamientos como un oasis de calma y sosiego para el cuerpo, que comienza a ser castigado con el esfuerzo. Medio plátano es una bomba de energía, el agua fresca un regalo de la vida. Es un tramo raro, y el ecuador de la carrera te hace pasar de un estado nebuloso a una claridad mental y de conciencia sensorial insospechada. En estos días muchos hemos buscado reponer las fuerzas a través de conversaciones con amigos, hermanos y hermanas, hemos buscado una combinación de rutina y disciplina con la originalidad y la sorpresa, cocinar algo distinto para comer o ver algo en la tele que no está en nuestro registro habitual. Estamos abriendo la mente a lo nuevo y a lo distinto, ahora que aún hay tiempo para ello, generando nuestros propios avituallamientos emocionales que nos permitan hacer todo más llevadero.
Es cuando corres el tramo de la media al km.30, amigos, cuando se testea de que está hecha la persona. Ahora los avituallamientos ya son una obligación para no deshidratarse, y empiezas a oír los cantos de sirena de las estaciones de metro que te vas cruzando en el recorrido si este tramo es urbano. ¡Un atajo a meta sería tan bienvenido! Te llegan pensamientos catastrofistas y autodestructivos, quién me mandará a mí meterme en esto, te vuelves a preguntar por n vez, cuando n tiende a infinito, porqué demonios estás haciendo esto. Aquí ya odias el sabor de la bebida isotónica oficial de la carrera, que bajo mirada piadosa recoges de las manos de los voluntarios. ¿Qué hago yo aquí? El absurdo de la situación nos va a golpear, aunque aparezca la razón poniendo sus argumentos. Hoy, después de 11 días de confinamiento, hay personas que ya están en esta situación, muchos de ellos son los que están intentando burlar las reglas del juego y son detenidos.
Lo que aparece entonces es el hombre del mazo, el temido muro, con el que cada runner se estampa en un kilómetro de difícil cálculo exacto digamos que entre el 30 y el 40 más o menos. No se puede explicar si no lo has vivido, pero esta primavera lo vamos a vivir todos, sin excepción. Para todos llegará el muro, el no puedo más. Salir del colapso físico-mental que te atiza el muro es una tarea colaborativa mente-cuerpo. Aquí tiras de lo que no hay, y vas a buscar donde hubo, apretando dientes y arrastrando zancada. Aquí en algún núcleo cerebral de neuronas extenuadas se codifica la información donde sabes que acabarás esta carrera. Un corredor profesional, cuando le preguntaron cómo se corren 42 kilómetros, respondió: es muy sencillo, tienes que correr solo hasta la próxima farola, y así, hasta el kilómetro 42. Cuando conectas con ese núcleo, y cuando ves que has completado casi los 40km, se activa el modo zombie que te lleva del muro al km 40. Solo quedan 2 km.
Los últimos 2 km (¡y 195 horribles metros!) son un querer y no poder, una lucha de recuerdos, emociones, calambres, y dolor insoportable en los pies y piernas, una vía dolorosa hacia la resurrección. Una explosión de felicidad. Has hecho algo que nunca pensabas que podrías hacer.
Finalmente puedes colapsar en la meta, si has agotado todas tus reservas; todos hemos visto imágenes de corredores agonizantes. Los corredores populares no solemos llegar a ese extremo, al menos no aquellos que disfrutamos del deporte y que sabemos que esto es una afición sin más. O puedes llegar razonablemente bien, aunque hayas tardado un poco más. Y luego tienes que gestionar la recuperación y el día después. Porque al igual que la maratón, esto tendrá un día después, y tendremos que prepararnos también para eso. La paradoja es que después del confinamiento habrá que descansar, y quizá tampoco estamos muy preparados para esto. Sirva como pista: la recuperación total de una maratón se estima en un mes.
Mientras eso llega, dosifiquemos nuestros esfuerzos para poder llegar, de momento, un poco más allá, resistir un poco más. Todo esto pasará. Tú tan solo sigue. Solo tienes que llegar hasta la siguiente farola. Un día más es un día menos.